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Santiago Niño Becerra, el profeta de la crisis

Foto del escritor: turiscatturiscat

Actualizado: 3 abr 2018

Gara Báez García

Pronosticar los efectos de una devastadora crisis y describir cómo se va a desarrollar es de las cosas más arriesgadas que se han visto. Santiago Niño Becerra, economista español y catedrático de Estructura Económica de la Universidad Ramón Llull, es la mente rectora que consiguió predecir y acertar, en algunos casos, el comportamiento y las características que presenta la crisis que a día de hoy seguimos viviendo.


El crash del 2010, libro en el que refleja todos sus vaticinios y su teoría sobre el crack económico, recoge el cómo, el cuándo, el dónde y el porqué de la recesión. A través de paralelismos con La Gran Depresión de 1929, Becerra desarrolla su idea de crisis sistémica. De acuerdo con la teoría marxista, apunta que la economía funciona en ciclos vitales de 250 años. Por lo que se puede percibir en la lectura, al capitalismo todavía le quedan unos cuantos.


El economista se atreve a decir que hasta ahora habíamos logrado ir escapando a base de inyecciones de dinero en forma de créditos. No obstante, Becerra asegura que se ha estado aplicando “un manual viejo que ya no funciona”. Si por él fuera, la crisis del 2010 se podría definir como un “bluff” que comienza a gestarse realmente en 1991 y que no parará hasta acabar con la estabilidad económica y financiera.


Si las comparaciones son odiosas, para Becerra no. De hecho, el economista ocupa más de 180 páginas describiendo el paralelismo que observa entre la crisis de 1929 y la del 2010. Lo describe como un proceso de contextualización con el que preparar al lector para destapar las tres secuencias en las que se desarrolla nuestra gran recesión. Para el catedrático de Estructura Económica, todo esto empezó en el año 1991 y, aunque parecía que se había solucionado, resurgió en 2003 en forma de boom inmobiliario, producto final de un capitalismo descontrolado que se sustentó a base del hiperconsumismo y el hiperendeudamiento. Seguido de esto, en 2007 apuntó un período de precrisis que calificó de “pasajero y que se soluciona con parches” (ya hemos comprobado que no fue así) y en 2011 proclamó una gran crisis irreparable y con una duración de hasta 10 años (no iba mal encaminado).


Becerra desglosa una pequeña lista de previsiones que tanto la historia como sus críticos han podido desbancar. El mérito no se lo arrebata nadie pues si por algo se caracterizan los economistas es por explicar las crisis, no predecirlas. No obstante, el uso detallado de datos e informaciones, que podrían ser utilizadas hasta como argumentos de autoridad, no juegan del todo a su favor.


Es verdad que los datos de paro que Niño Becerra se atreve a compartir son casi idénticos a la historia real. El profeta de la crisis apuntó que hacia el año 2011 la cifra aumentaría en un 20%, y no se equivocaba. En enero de 2012, el INE elevó en 5.273.600 el número de parados españoles. Tampoco se equivocó cuando terminó su libro asegurando que la auténtica crisis estaba por llegar y que nos afectaría a todos. Efectivamente, ahora podemos corroborar que la clase media ha desaparecido, que los pobres son más pobres y que, por supuesto, los ricos son más ricos.


Pero realizar suposiciones también implica que hay que tomar riesgos. Riesgos como predecir un alza abismal en el precio del petróleo o una caída, de las más hondas, en el PIB español. Respecto al petróleo, llegó a calcular que en 2015 su precio alcanzaría los 250 dólares, cuando lo cierto es que durante ese año rozó el mínimo histórico de 37 dólares desde 2004. En cuanto al PIB, tres cuartos de lo mismo. Muchos analistas consideraron que Niño Becerra cometió la torpeza de adelantarse y apostar por una caída del 20% en el año 2011. Ya sabemos que no fue así, que la caída fue del 8,6% entre 2011 y 2013. A partir del año 2014 no ha hecho más que crecer.


Evidentemente, pronosticar y declarar una crisis no es tarea fácil. Si de algo peca Santiago Niño Becerra es de ser sumamente negativo. Y lo cierto es que debía serlo. No existe otra manera de relatar la historia, y más después de todo lo que hemos vivido. Pero hemos de felicitarle en este aspecto, porque lo ha hecho bien. Contar un asunto de alto interés público y ser pesimista a la vez es complicado, y Niño Becerra agotó 19 ediciones y convirtió sus predicciones, acertadas o no, en bestseller.



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